CRÓNICA DEL SANTO ROSARIO DEL AMOR GUADALUPANO Y DE LA MISA EN LA BASÍLICA DE SAN PEDRO CON EL PAPA FRANCISCO Y LA ROSA DE PLATA

Cango. Dr. Eduardo Chávez Sánchez

Instituto Superior de Estudios Guadalupanos | ISEG
Enero 2015

Desde muy temprano en la misma Basílica de San Pedro, los miembros del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, que íbamos a intervenir para el Santo Rosario del Amor Guadalupano (Como lo rebautizaron en el Vaticano y así se va a quedar de ahora en adelante) y para la Eucaristía en la Fiesta de Santa María de Guadalupe, tuvimos un ensayo general con los ceremonieros en el Vaticano.

Al concluir el ensayo general, fuimos a ensayar por nuestra cuenta las lecturas incluida la mía, pues yo participaría en la Oración de los Fieles pero en la Misa y mi participación era una petición en náhuatl... Nos dimos cuenta que se cerraría la Basílica de San Pedro a las 13:30 hrs. Esto era, obviamente, para dejar todo listo para los Magnos Eventos por Nuestra Señora de Guadalupe.

Por fin, llegó el momento de presentarse nuevamente en el Vaticano alrededor de las 4:00 pm, al entrar nos dirigimos exactamente a nuestro lugar, que ya nos lo habían asignado desde el ensayo. La emoción estaba al tope, llegaban más y más invitados, entre ellos varios que yo conocía como el Sr. Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón en ese momento, y su esposa Dorian; Sr. Pablo José Barroso, su esposa Claudia y sus hijos; el arzobispo Patrón Wong; el Sr. Enrique Elías de los Sodalicios, el Sr. Eduardo Verástegui, actor; etc. El Cardenal Norberto Rivera ya estaba listo para presidir el Santo Rosario del Amor Guadalupano.

Pero antes de que se iniciara el Santo Rosario, me dieron una enorme sorpresa, pues el Sr. Carl Anderson decidió que yo entregara la “Rosa de Plata” en nombre de todos los Caballeros de Colón y de toda la gente que la llevó en peregrinación y todo lo que en ella se representaba en cada uno de los corazones de los hermanos que desde Canadá, Estados Unidos y México la iban cargando, corriendo, peregrinando. Esta “Rosa de Plata” la recibimos en la Basílica de la Virgen de Guadalupe el 30 de noviembre en la Misa de 9:00, Misa del Cabildo, yo fui testigo de ello; y, finalmente, había llegado a la Ciudad Eterna y ya estaba en la Basílica de San Pedro. Obviamente, sabía que yo también representaba a la Basílica de Guadalupe y, en especial, al Venerable Cabildo de la Basílica. Todo terminó de una manera por demás exacta para la celebración Eucarística. Ciertamente, nunca, ni por sueños, pensé que iba a ser yo quien llevara a las manos del Papa Francisco esta “Rosa de Plata” con su fuerte significado; realmente me sentí muy emocionado, sólo me quedó agradecerle a Dios y a Santa María de Guadalupe y, por supuesto, a mi santo patrón, Juan Diego por este enorme gesto de bondad y de confianza.

Se dio inicio al Santo Rosario del Amor Guadalupano, el Cardenal Norberto Rivera lo presidió (recordemos que fue precisamente el Emmo. Sr. Cardenal Norberto Rivera, quien fundó este Santo Rosario del Amor Guadalupano, pues él lo presidió por primera vez el día 8 de Septiembre de aquel año 2010), siguieron las lecturas como lo hacemos en el Tepeyac, todos los días 12 de cada mes, en mi mente pasaban todas esas imágenes de nuestra gente maravillosa que lo hace con tanto fervor, subiendo el Cerro del Tepeyac. Los lectores fueron pasando y, verdaderamente, parecían profesionales, las frases bien dichas, con sentido, con una voz que resonaba fabulosa en la Basílica de San Pedro, así fueron rezándose los ocho misterios, intercalando la última frase cantada, todo se complementó perfecto con la recitación de una oración que había realizado el Papa Francisco. Así que fue maravilloso, me sentía verdaderamente orgulloso de mi gente, gente maravillosa y muy comprometida con el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos.

Todo era expectación, unos cuantos minutos después de haber concluido el Santo Rosario, apareció en el fondo la cruz alta, se inició la procesión desde la entrada de la Basílica y dio inicio la Santa Misa, relucían también los ciriales y las mitras de los cardenales y obispos se veían a lo lejos. Un gran júbilo al ver al Papa Francisco, su persona irradia ánimo, sencillez y una gran alegría que siempre demuestra. La Misa transcurrió bajo los acordes de la Misa Criolla, que tiene buenos momentos. Pasó el “Señor, ten piedad”, el “Gloria”, la Primera Lectura, el Salmo, la Segunda Lectura, el Aleluya y el Evangelio, la hermosa homilía del Santo Padre, sumamente importante e inspirada, en donde destacaban frases como: “La devoción de nuestra Señora de Guadalupe está presente desde Alaska hasta la Patagonia”, “Cuando apareció al indio Juan Diego en el Tepeyac, se presentó como la «perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios» […] que asume en sí la simbología cultural y religiosa de los pueblos originarios y anuncia y dona a su Hijo…” y citando el Documento de Aparecida, dice que Santa María de Guadalupe es: “la gran misionera que trajo el Evangelio a nuestra América” y le llama la “buena Madre”, la “gran Madre”.

Después del Credo, finalmente, nos tocó estar listos para iniciar la procesión de los “lectores” dentro de la liturgia, para leer la oración de los fieles, cuando me tocó, fui el cuarto lugar al pasar a leer en náhuatl, (hay que recordar lo importante para los indígenas el número cuatro, como los cuatro rumbos del universo). Yo me emocioné pues creo que sería la primera vez que se iba a escuchar la lengua náhuatl en la Basílica de San Pedro (posiblemente ya se pronunció algún día, pero como yo no lo sé, yo me emocioné igual), además de ser la lengua de nuestros antepasados, es la misma lengua que usó Santa María de Guadalupe para transmitir su venerable aliento, su venerable palabra a San Juan Diego y a Juan Bernardino.... y de ellos a cada uno de nosotros. Yo seguía muy emocionado.

Me sentí muy a gusto cuando subí las escaleras del ambón donde se realizaron las peticiones, así que comencé la lectura con mucha alegría, sabiendo que era Ella quien me daba su amable aliento, su amable palabra, para pedir por los pobres, los enfermos, los que sufren, los migrantes, los más necesitados, para que encuentren la paz y la justicia, la solidaridad y el apoyo de la comunidad. Bajé las escaleras y me uní al grupo, todos esperamos a que terminaran los demás lectores; al finalizar dimos la cara al Papa e hicimos reverencia y nos regresamos, bien formaditos, a nuestros lugares.

Siguió la Santa Misa y nosotros veíamos al Papa por la parte de atrás del Altar de la Confesión, yo veía muy contento al Cardenal Norberto Rivera Carrera, pues él fue el concelebrante principal, es decir, a la derecha del Papa Francisco. En el momento del saludo de paz pude ir al lugar del Sr. Luis Fernando Guevara y le pude pedir el “pin” de los Caballeros de Colón y me lo coloqué en la sotana en un lugar visible. Después de comulgar, llegó el Sr. Luis Fernando Guevara, quien tocándome el hombro me dijo que si quería quitarle la bolsa de tela que protegía a la “Rosa de Plata”, así fue y me dejó sólo en ese momento de la meditación, yo de rodillas contemplaba la “Rosa de Plata” y de repente me vino a la cabeza como si hubiera sido un rayo “Cómo!!!???? Yo voy a entregar esta rosa al Obispo de Roma, al Papa, al Obispo de Roma!!!!????!!! Como San Juan Diego lo hizo al obispo fray Juan de Zumárraga???!!!, las ideas se me agolpaban, el agradecimiento a la Virgen de Guadalupe lo tenía en el corazón y en la garganta se agolpaba todo, ¿Cómo es que yo voy a hacer lo que hizo San Juan Diego? No, no puede ser, Juan Diego era humilde y sencillo, un hombre maravilloso, un Varón Santísimo, yo simplemente ¡NO!, y todavía volteé a todos lados, a la derecha, a la izquierda, a todos los lugares que tenía en mi horizonte y veía en las sillas que tenía en frente los folletitos de la Misa y del Santo Rosario del Amor Guadalupano y veía la imagen de la Virgen de Guadalupe por todos lados, me emocioné a tal punto, que no paraba de llorar, pero me controlé, pues cómo sería eso de ir con el Santo Padre y ponerme a llorar sin ton ni son…

En fin, me controlé como pude y llegó el ceremoniero para que lo siguiera hasta el lugar preparado, es decir, al iniciar las escaleras que daban al presbiterio, él se quedó abajo, yo hice el trayecto solo, subí las escaleras y me arrodillé ante el Papa, y le dije “Su Santidad, gracias a los Caballeros de Colón, esta Rosa de Plata ha sido traía caminando, peregrinando, desde Canadá, Estados Unidos y México, ha llegado hasta la Basílica de la Virgen de Guadalupe y ha continuado su peregrinación hasta aquí, ante Su Santidad. Esta rosa ha recogido las tristezas y los sufrimientos, el dolor y las fatigas de tantos hermanos nuestros, pero también las alegrías y las esperanzas que despierta el gran amor que manifiesta Su Paternidad. Santo Padre … Es cierto, Santo Padre, Dios ha querido venir a vivir en medio de nosotros por medio de Santa María de Guadalupe, y esta es la señal, hágame el favor de recibirla.” El Papa sonreía, y la besaba y me decía con la cabeza “sí” y añadía “rueguen a Dios por mí”, “rueguen a Dios por mí”, me paré y antes de bajar hice una pequeña reverencia ante el Papa y cuando llegué delante de la Imagen de la Virgen de Guadalupe también hice una reverencia y así baje las escaleras, y tenía que seguir a mi escolta, pero me desprendí de él un momentito y fui a besar la mano al Señor Cardenal Norberto Rivera, quien me dijo...”Mira como el Santo Padre está poniendo la rosa ante la imagen de Santa María de Guadalupe” y ahí me quedé viendo un poquito, y volví con el ceremoniero para continuar caminando hasta mi lugar. Yo estaba impactado, tenía en mi mente la sonrisa del Santo Padre, sus besos a la “Rosa de Plata”, los ojos con los que me miraba, bien abiertos, especialmente cuando comprendió que le estaba diciendo algunas palabras que recordaban las mismas palabras de San Juan Diego, y sus palabras llenas de cariño y humildad cuando me decía: “Rueguen a Dios por mí”. La sonrisa del Santo Padre Francisco era increíble.

Al final de la Santa Misa, ahí mismo en frente de la Virgen de Guadalupe era un momento de sacar fotografías, había que tomar este momento, este pedazo de historia, momento de felicitaciones, de abrazos, los medios de comunicación que querían entrevistar ahí, realmente ni se podía, los asistentes del Sr. Carl Anderson me pedían que me fotografiara con el Señor Carl Anderson, Caballero Supremo, quien de una manera muy gentil y como él es, todo un caballero, estaba sumamente complacido de lo que pasó y cómo pasó todo, nos fotografiaron enfrente de la Virgen de Guadalupe y la hermosa y muy significativa “Rosa de Plata”. Todo mundo me preguntaba que qué le había dicho al Santo Padre, pues varios se dieron cuenta de lo feliz que se puso, que sonrió a todo lo que daba y que jamás se hubieran imaginado todo el tiempo que duré delante de él diciéndole todo lo que ya mencioné en párrafos atrás. Realmente fue algo inesperado todo lo que sucedió…me decía el Sr. Carl Anderson sobre nuestro proyecto de construir el ISEG que ya deberíamos ponerlo en ejecución, pues esto ya despuntó; yo, por mi parte, ya puse totalmente ese proyecto en manos de Santa María de Guadalupe.

Después salimos hacia el Aula Pablo VI, en la parte del hall de entrada pues se ofreció un vino de honor, estuvo muy bien. Ahí también los medios de comunicación se dieron cita para darles entrevistas, con una radio difusora norteamericana estuvimos conversando para todos los hermanos de lengua inglesa, para los hermanos de España y otras partes de Europa, en fin, fue un sinnúmero de emociones y de agradecimientos desde el corazón para tantas personas que atendieron esta Eucaristía en estos Magnos Eventos. En esta recepción estaba el Cardenal Norberto Rivera, así como el Arzobispo de Piura, Perú, Mons. José Antonio Eguren, gran amigo, el Arzobispo Patrón Wong, quien es un ser maravilloso y su humildad y sencillez destacan. En fin estaba tanta gente realmente encantadora y que a mí me tenían diciendo gracias y gracias y gracias y todo sea para gloria de Dios; pues yo sé perfectamente que yo soy un simple instrumento en las manos de María, nuestra Morenita.

Todo fue un momento inmensamente lleno de Dios. Pero todavía no terminaba todo, pues al siguiente día sábado 13 de Diciembre en el Auditorio del Augustiniano se tendría el coloquio con sus conferencias.

Desde las 9:30 de la mañana tuvo lugar el Coloquio y las conferencias que el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos sostuvo. Se Inició con la presentación de parte del Cardenal Don Norberto Rivera Carrera, posteriormente inició el Documental “La Virgen de Guadalupe” que los Caballeros de Colón patrocinaron y el Instituto coordinó contenidos, fue una síntesis de cuarenta minutos, de verdad, el documental es extraordinario. Posteriormente la primera conferencia “La perfecta inculturación del Evangelio” que corrió por cuenta mía y la segunda conferencia que se realizó tipo coloquio, “Los estudios científicos más recientes de la Imagen” en donde sostuvimos un panel donde la Lic. en Arte, Laura Castillo, y el C.P. y especialista en Matemáticas, Fernando Ojeda, presentaron en qué consistían los más interesantísimos estudios e investigaciones, desde el ángulo de las ciencias exactas, aportando las más rigurosas pruebas que lo constatan. Fue un coloquio muy bien llevado, de mucha altura y despertaron en muchos una verdadera admiración y motivación también en este tipo de estudios.

No cabe duda que fue un encuentro por demás importante en donde Santa María de Guadalupe sigue siendo la discípula y misionera del amor de Dios, la Primera Evangelizadora del Continente y de muchos lugares en el mundo. Desde la Santa Sede “casita sagrada” se sigue difundiendo este mensaje que puede cambiar el corazón del ser humano, gracias al Amor.