SANTA MARÍA DE GUADALUPE, MUJER DEL ROSTRO MESTIZO DE LA ARMONÍA Y DEL AMOR

Cango. Dr. Eduardo Chávez Sánchez

Instituto Superior de Estudios Guadalupanos | ISEG
Octubre 2014

El 12 de octubre es una fecha sumamente significativa, es el día en el que Cristóbal Colón “descubre” América; si bien tal parece que ya otros europeos habían llegado a este Continente; sin embargo, el hecho de que él inauguró un camino de ida y retorno lo hacen el descubridor, un camino en donde la economía, la milicia y todo lo que comprende lo cultural y, por supuesto, lo religioso se intercambian.

En este día tan significativo también se celebra el llamado: “Día de la Raza”; un ser humano nuevo, una raza nueva, un nuevo nacimiento, en donde una raza surge fundamentada en tantas otras.

En este mismo día se cumple un hecho histórico: es la Coronación Pontificia de la Imagen de Santa María de Guadalupe, impresa en la humilde tilma de Juan Diego. Desde mediados del siglo XVIII, Lorenzo Boturini intentó coronar la imagen de la Virgen de Guadalupe, pero fue hasta el 12 de octubre de 1895 cuando se logró; y no solamente se coronó la Imagen sino que se obtuvo la Misa y el Oficio de dicha Coronación Pontificia.

Es precisamente esta milagrosa Imagen de Guadalupe quien hace un nuevo pueblo, en una nueva tierra, en una nueva manera de ver y entender la vida. La Virgen de Guadalupe es la mujer morena de piel mestiza como han confirmado los Sumos Pontífices como el Papa Francisco, quien en la audiencia general del miércoles 11 de Diciembre de 2013, víspera de la fiesta de Santa María de Guadalupe, recordó que la Virgen María, “cuando se apareció a San Juan Diego, su rostro era el de una mujer mestiza y sus vestidos estaban llenos de símbolos de la cultura indígena. Siguiendo el ejemplo de Jesús, –continuó el Papa– María se hace cercana a sus hijos, acompaña como madre solícita su camino, comparte las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias del Pueblo de Dios, del que están llamados a formar parte todos los pueblos de la tierra”.

El Santo Padre continuó proclamando la universalidad y actualidad de la imagen y del mensaje guadalupano: “La aparición de la imagen de la Virgen en la tilma de Juan Diego fue un signo profético de un abrazo, el abrazo de María a todos los habitantes de las vastas tierras americanas, a los que ya estaban allí y a los que llegarían después. Este abrazo de María señaló el camino que siempre ha caracterizado a América: ser una tierra donde pueden convivir pueblos diferentes, una tierra capaz de respetar la vida humana en todas sus fases, desde el seno materno hasta la vejez, capaz de acoger a los emigrantes, así como a los pobres y marginados de todas las épocas. Una tierra generosa”.

Santa María de Guadalupe es una mujer mestiza, signo de unidad, en Ella se armonizan todas las razas, Ella es la primera discípula y misionera de Jesucristo, para dar al verdadero Señor de la Vida a toda raza, pueblo y nación. Ella, la Madre del “verdaderísimo Dios por quien se vive” ha venido para dar a su amado Hijo a todos sus hijos en todo el mundo; como Ella dijo explícitamente: “soy tu madre, la madre de todos aquellos que en esta tierra estáis en uno y de las más variadas estirpes”.