SANTA MARÍA DE GUADALUPE, FORJADORA DE LA PATRIA
Cango. Dr. Eduardo Chávez Sánchez
Instituto Superior de Estudios Guadalupanos | ISEG
SEPTIEMBRE 2014
Santa María de Guadalupe es la forjadora de nuestra patria, Ella es la Mujer de rostro mestizo quien logra el gran milagro de armonizar y crear un nuevo pueblo uniendo lo que, de otra manera, hubiera sido imposible…dos culturas que sintetizaban un cúmulo de tantas otras culturas y razas. Estas culturas se unen en el amor a Ella y en Ella; y, por medio de Ella, se unen a Aquel que es la fuente misma del amor.
La Madre de Dios y nuestra Madre se lo había dicho a Juan Diego así: «Porque, en verdad, yo me honro en ser tu Madre compasiva, tuya y de todos los hombres que vivís juntos en esta tierra, y también de todas las demás variadas estirpes de hombres; los que me amen, los que me llamen, los que me busquen, los que confíen en mí…» (Nican Mopohua, vv. 29-31).
Ella es la Madre de todos los seres humanos más allá de culturas, tradiciones, costumbres, lenguas; pues la única lengua que todos entendemos es el Amor, y es, exactamente, esto lo que nos da, nos ofrece, nos entrega, en el inmenso Amor que es su mismo Hijo Jesucristo. Debemos ser conscientes de que todos tenemos la misma dignidad, que todos somos hermanos, que todos tenemos al mismo Dios como nuestro Padre y que todos tenemos el gozo de tener a la misma Madre.
Es muy importante tener conciencia que en este tiempo en el que celebramos el nacimiento de lo que hoy es nuestra patria, también es tiempo en el que celebramos el nacimiento de María, la Doncella humilde de Nazaret.
El arqueólogo Alfonso Caso decía sobre nuestros indígenas que eran un pueblo con misión, y de verdad que es así; somos un pueblo que debemos ser más conscientes de la misión que tenemos; es decir, la misión de construir juntos esta “casita sagrada” en donde está como centro el “Amor-Persona” de Santa María de Guadalupe, como Ello lo señaló. Efectivamente, todos nosotros tenemos esta gran misión: ser portadores la gran noticia de que Dios ha querido venir en medio de su pueblo, por medio de Santa María de Guadalupe para construir el lugar sagrado que nos une en su amor y nos hace su familia; construir una “casita sagrada” que significa también construir la civilización del Amor y ser nosotros los primeros en poner nuestra vida en las manos de Dios.
Esta misión, de ninguna manera, es un peso o una agobiante obligación, al contrario, es un gozo, un honor y una alegría por ser elegidos para construir este lugar sagrado, el hogar del Dueño del cielo y de la tierra, del verdaderísimo Dios por quien de vive. Construir esta “casita sagrada” también significa construirla en el corazón de cada ser humano, hogar del Dios omnipotente, raíz de la vida.
Sí, hemos sido elegidos, gracias a Santa María de Guadalupe, para ser portadores de esta gran noticia: “Dios te ama” tanto, que viene a construir y a vivir contigo en esta “casita sagrada” cuyo centro es la Eucaristía, sacramento de la vida sagrada. Santa María de Guadalupe sigue forjando esta patria, esta tierra sagrada, esta Nueva Civilización del Amor.